Los
primeros europeos en reconocer el actual territorio chileno fueron los
integrantes de la flota del portugués Hernando de Magallanes, en su intento de circunnavegación del
planeta bajo las órdenes de Carlos I, rey de España. Luego de zarpar
desde Sanlúcar de Barrameda el 26 de
septiembre de 1519 y de reconocer gran parte de las
costas brasileñas y argentinas, Magallanes
descubrió el estrecho que
comunica el océano Pacífico con el Atlántico el 1 de
noviembre de 1520. Esta fecha es
recordada por la historiografía chilena
como la del descubrimiento del territorio chileno. Magallanes nombró a dicho
paso como estrecho de Todos los Santos, el que fue
posteriormente renombrado en honor de su descubridor.
Sin embargo,
el primer explorador de gran parte del territorio chileno fue Diego de
Almagro, socio de Francisco en
la conquista del Perú. Las disputas que
tenía con Pizarro por el reparto de las riquezas del destruido Imperio inca,
principalmente por la posesión del Cuzco, le llevaron a
aventurarse a las tierras del sur. Almagro partió desde Cuzco en julio de 1535. Muchos historiadores
creen que una de las razones del viaje de Almagro fue el rumor de la existencia
de un reino mucho más rico que Perú hacia el sur llamado «El Dorado»,
rumor que podría haber surgido de forma intencionada como forma de disminuir
las huestes conquistadoras y así permitir una rebelión nativa.
Tras recorrer
el camino del
Inca, cruzando territorios correspondientes a las actuales Bolivia y Argentina
septentrional, Almagro realizó el cruce de la cordillera de los Andes con funestos resultados: gran parte de
su comitiva falleció durante la travesía a causa de hipotermia.
Tras más de nueve meses, Almagro finalmente llegó al valle de Copiapó el 21 de marzo de 1536.
Almagro
organizó el reconocimiento de su gobernación denominada Nueva Toledo, como había sido llamado el
territorio cedido al conquistador por parte del monarca hispano, sin encontrar las
riquezas que tanto buscaba. Un enfrentamiento en Reino huelen, en la confluencia de los
ríos Ñuble e Itata,
entre los indígenas liderados por Vitacura y una de las patrullas española a
cargo de Gómez de Alvarado, es considerada la primera batalla de la denominada Guerra de
Arauco.
Decepcionado y
cansado del crudo viaje, decidió su regreso al Perú en 1536, tomando la ruta de Arequipa hacia el Cuzco, donde se rebelaría
contra Pizarro.
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